Solo tú...

Estaba tranquilamente dentado en su cama como cualquier otra noche, una taza de café en una mano y un libro a medio leer en la otra. Era un chico tranquilo que no solía reparar en los pequeños ruidos de los grillos fuera de su ventana, o los de una persona subiendo por una escalera que cruje. Por ello no fue de extrañar lo sorprendido que estaba cuando oyó a alguien llamando a la puerta de su habitación.

Al principio no supo como reaccionar, no sabía que decir o hacer pero lo único que tenía claro es que aquello le pillaba totalmente desprevenido. Ahí estaba, ese imponente cuerpo delante suyo jadeando, esos ojos marrón carbón que tanto le gustaban, acompañados de esa mirada pícara que le desnudaba lentamente.

Siempre se le había metido en la cabeza que era inalcanzable, que no merecía la pena intentar perseguir a una persona que parecía tan alejada de él en ese sentido. Y estaba allí contra todo pronostico, desafiando todo en lo que había creído antes. Iba a decirle algo, pero se le adelantaron con un demoledor beso que le dejo sin ninguna palabra.

Antes de darse cuenta sus manos se deslizaban lentamente por las caderas y rozaban ya lentamente sus muslos, recorriendo su figura sin prisa, saboreando el momento. Se tumbaron aun inmersos en su primer beso, y mientras jugueteaba con su pelo soltó un pequeño gemido que acabo con toda la paciencia que tenía.

Se coloco encima, y mientras se miraban a los ojos pronuncio las dos palabras más aterradoras y a la vez más preciosas de este mundo, "te amo". Y no hizo falta nada más, terminaron de quitarse la poca ropa que aun les quedaba puesta, y pegaron sus cuerpos hasta convertirse en una sola persona.

Al abrir un ojo en mi cama al día siguiente pude contemplar como dormías placidamente, pero en cuanto te vi supe que no eras tú, y aun así me había engañado hasta tal punto que intente hacer uso de aquella famosa frase "un clavo quita otro", y acabe haciendo lo que no debía con alguien pensando solamente en ti....