lunes, 5 de noviembre de 2012

Un golpe de suerte

Sabía que me estaba mirando, lo había notado desde el primer segundo, y por supuesto estaba haciendo mi mayor esfuerzo por parecer indiferente. Un sábado por la noche cualquiera, una película ni demasiado absorbente ni tampoco aburrida, cena ligera y la combinación de sabores perfecta para que un dulce fuera la siguiente opción más apetecible.

El ambiente estaba bastante cargado incluso con el frío que hacia afuera, pero entre la calefacción y todas las ventanas de la casa fuertemente cerradas parecía más agosto que octubre en esos momentos. Había también un aire travieso en sus miradas, furtivas, acechándome  sigilosamente dejando claro lo que hacía, y aun así lo suficientemente precavido como para no desvelarse del todo, había empezado el juego del gato y el ratón.

Jugué ligeramente con el pelo mientras sonreía a un punto sin concretar del cuarto, y mientras se acercaba a paso lento pero seguro, simulando estiramientos, cambios de posturas, incluso hacer que se levantaba a por algo y luego volvía  Cuando tan solo nos separaban unos centímetros decidí ponérselo más difícil y me fui a la cocina.

Con el calor que hacía decidí inocentemente quitarme la camiseta y quedarme con el pantalón de chándal puesto, en ese momento lo único que se me pasaba por la cabeza era que me apetecía algo fresco y dulce. Al abrir la nevera me encontré con algo de fruta, unos yogures y un bote de sirope de chocolate, pensé que un yogur sería una buena opción, pero antes quería probar una gota del sirope para matar el gusanillo que me pedía a gritos que me bebiese la botella entera.

Mi naturaleza patosa tuvo que salir al descubierto cuando trataba de sacar un poco de chocolate, al ver que no salía apreté más fuerte hasta el punto de que un chorro salio disparado a mancharme el torso, no sabía si morirme de risa o maldecir al universo. Una risilla a pocos metros confirmo mi miedo de que alguien hubiera podido visualizar la escena, definitivamente mi vergüenza no podía ser mayor. Tuve un pequeño escalofrió cuando note una gota de chocolate rodear mi ombligo y caer hacía abajo, en ese momento toda la escena cambio radicalmente.

Las risas se sustituyeron por silencio, los ojos tiernos habían pasado a ser expectantes, deseosos, toda la postura de su cuerpo e incluso el como arqueaba los labios daba a entender que se iba a abalanzar en cualquier momento, y así fue. Al contrario de lo que sugería se acerco de forma sutil  poco a poco, con mucho cuidado, con la vista fija en mis labios hasta que a unos escasos centímetros de mi se cambiaron a los ojos.

Después de un beso tan corto que apenas tuve tiempo de procesar, comenzó a probar el dulce directamente de la piel, al principio delicadamente, luego apresurada e incluso se podría decir avara. Lo que en un primer momento había parecido una mala broma del universo resulto al final un golpe a mi favor, parece que al final no pudo resistir más y se rindió.

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