lunes, 29 de julio de 2013

Renacer

Los rayos del sol penetrando a través de las rendijas de la persiana, un olor familiar que inunda la habitación, el tacto de una piel que me mantiene caliente en la noche más fría. Al despertar lo primero que oigo son los latidos de tu corazón, lo primero que noto son tus brazos rodeándome con fuerza, y lo primero que busco son tus labios para darte los buenos días. Hay veces en las que la perfección se puede captar en una imagen, un solo momento, y para mi ese es el poder despertar entre tus brazos.

Parece mentira, después de tanto tiempo y de tantas cosas aquí seguimos, juntos como el primer día. Dos años de muchas alegrías, lloreras, pasión y diversión, ratos más amargos y otros muy dulces, despertares y cenas románticas, despedidas tristes y reencuentros impresionantes, al fin y al cabo dos años dan para mucho.

Me levanto despacio mientras las sabanas se deslizan por mi piel, pero antes de poder levantarme algo me agarra y me pega a ti de nuevo, con una extraña pinza me aprisionas y nos besamos otra vez, pasan las horas y todo lo que hacemos es dormir, abrazarnos, volver a besarnos y repetir, una mañana cargada de caricias, la implosión de nuestra piel al contacto, jugueteos con las miradas y los labios. 

Es curioso que fuese un 28 el día que tenia que pasar, pero me alegra de que así sea, le da todavía un toque más especial y personal. 

He renacido, como el perdido en el desierto que busca sin cesar el oasis saciaste mi sed de ti, como el moribundo que deambula intentando sobrevivir curaste mis heridas, como el hambriento que pide limosna me diste de comer. Un rió seco que vuelve a fluir, la rosa marchita que al alba recupera sus pétalos, la dulce brisa de la mañana que transporta el polen para dar nueva vida, el suave ronroneo de las olas que anuncia la vida que existe bajo las mismas. Ha sido como el ave fénix, que de vieja y destrozada muere en una gran explosión, para luego revivir de sus propias cenizas.



Nunca me han gustado las despedidas, pero contigo son peores, te quedas mirándome con cara de cordero degollado, cuando hacia escasas horas tu rostro era mucho más travieso y juguetón. Quieres hacerme sentir culpable, que lo deje todo y me quede a tu lado sin importarme nada más, eres un tramposo. El mundo sigue girando y eso no podemos evitarlo, por eso siempre me acabo despidiendo entre besos de ti, pero siempre con la esperanza de que no pasara mucho hasta que volvamos a vernos, y es esa esperanza, la que me da fuerzas para vivir día a día. Porque mi sed de ti nunca queda saciada del todo, mi hambre nunca terminara, solo puedo estar satisfecho cuando estoy a tu lado, por eso no te vayas... quédate conmigo para siempre.

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