jueves, 7 de noviembre de 2013

Salto de Fé

Hablar entre ellos nunca había sido problema, no era exactamente que tuvieran siempre temas de conversación en la cabeza, simplemente fluía, como algo natural, como un arroyo tranquilo que baja de las montañas para desembocar en el mar de algo más grande.

Todo tenia ese toque mágico de inocencia mezclado con picardía, se le escapaban las miradas y no quería delatarse, ya lo había hecho más de una vez hablando, y no podía permitirse dejar al descubierto lo que sospechaba que se estaba cocinando en su corazón desde hacia ya un tiempo.

Empezó como unas conversaciones agradables, después con un inocente tonteo, y ahora estaba embobado escuchándole hablar mientras intentaba no parecer el idiota que se sentía en el fondo. Muchas señales, muchas ideas en su cabeza, su instinto gritando que se la jugara, su corazón loco de emoción, la cabeza pidiendo paciencia y cuidado, el vello erizado ante los roces con su piel.

Todas sus inseguridades le hacían cuestionarse muchas cosas, incluso lo más obvio que cualquier persona sabría al instante el no lo tenía claro, el simplemente tenía miedo y estaba emocionado al mismo tiempo. Era como si le pidieran saltar desde un barranco diciéndole que no le iba a pasar nada, tenia que dar justo eso, un salto de fé, pues sin esos movimientos no se consiguen los mejores premios en esta vida.

En medio de su ensimismamiento y sus reflexiones, noto como unos brazos lo rodeaban ligeramente por la espalda y lo tiraban junto con el otro al sofá, sentados y abrazados. El corazón le dio un vuelco, pero empezaron a bromear y a divertirse para cambiar rápidamente de situación, se olía el nerviosismo en el ambiente. Aun abrazados seguían riéndose y haciendo bromas, se sentía tan agusto, tan cómodo entre esos brazos y esas palabras, se divertía, se sentía seguro.

Se apoyó un momento en el y fue entonces cuando el tiempo se paró sin previo aviso. Sus miradas de pronto se cruzaron y la habitación se quedo en silencio, tanto, que los latidos de su desenfrenado corazón podían oírse con total claridad. Al darse cuenta se enrojeció y aparto la vista a otro lado, pero una mano lo tomo del mentón y lo redirigió a su posición original.

Esos ojos decididos, mirándole con ternura, curiosidad, esperanza. Se puso más rojo aun, abrió suavemente los labios y entonces noto la calidez de un beso suave y dulce posándose sobre ellos. Fue muy breve, muy ligero, momentáneo y hecho con mucha suavidad y tacto, tan escaso como para querer más y tan intenso al mismo tiempo como para desearlo con locura.

Se separaron unos segundos para mirarse fijamente, perder todo el miedo, le cogió de la mano y se tumbo encima suyo, y mientras sonreía le beso de nuevo, con la misma ternura, pero con la desgarradora energía y pasión que había estado conteniendo hasta el momento. Tumbados, besándose, abrazándose, sonrió por un momento y dejo escapar solo una lágrima.

Entonces fue cuando recordó aquellas palabras que escucho hace ya tanto tiempo. "Recuerda Javier, en la vida cuando te arriesgas a veces pasan cosas buenas y a veces cosas malas, pero si no te arriesgas, nunca pasará nada". Tras sonreír brevemente se volcó sobre sus sentimientos y dejo que su corazón se abriera, una vez más.


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