lunes, 26 de marzo de 2012

Calor en el norte parte 3

Me di media vuelta y entre en casa antes de que el viento me provocase un resfriado veraniego, deje el neopreno colgado en el tendal y me fui a la ducha, por suerte no había nadie en casa así que tenía algo de libertad para estar algo más cómodo en casa y ponerme música alta. Aun habiéndome quitado la sal en la playa, se sentía bien notar el agua cálida y el champú sobre mi pelo y piel, mientras las gotas caían por mi cuerpo comencé a tener recuerdos en forma de breves destellos de aquel día. Verdaderamente ese chico nuevo, el tal Fran, había conseguido captar mi atención, es más, había conseguido avergonzarme y a la vez ruborizarme demasiadas veces como para que eso fuera algo normal. Las imágenes de sus gruesos labios comenzaron a rondar mi cabeza, junto a su torso desnudo y los ojos que consiguieron captar a los míos desde el primer instante. Descarte esas imágenes al instante ¿En que narices estaba pensando? Salí de la ducha algo confuso por mis pensamientos, no se si decir que me estaba comiendo la cabeza incluso más de lo normal para mí. Al final me auto convencí a mi mismo de que era un chico genial, y que si provocaba un impacto tan grande en mi era por la cantidad de cosas en común que teníamos, nada más y nada menos.

Me puse un pantalón de chándal y una camiseta ancha, no había nada que me gustara más que estar recién duchado con ropa cómoda en casa. Abrí mi portátil y me prepare un sándwich vegetal de cena, tras mirar mis nuevas fotos y etiquetas en tuenti vi que el estaba etiquetado en una, así que decidí agregarle por tenerle por ahí. Me puse a otras cosas y deje un poco el tema de lado, hasta que de pronto escuche el característico sonido del chat, era él por supuesto. Empezamos hablando de chorradas y divirtiéndonos de forma bastante efusiva, hasta que la conversación trataba cada vez de temas más personales, lo cierto es que deje el resto de cosas a un lado y me centre únicamente en la conversación. Cuanto más hablábamos más cosas en común teníamos, era una locura, tanto que me sorprendí al mirar la hora y comprobar que ya eran las cinco de la mañana, cuando hacia breves instantes eran las ocho de la tarde, me despedí brevemente y me fui a dormir.

Cuando el despertador sonó a las diez de la mañana aun estaba en un estado de cansancio considerable, me levante perezosamente, cogí la tabla y el neopreno y mire el reloj, ya eran las once menos cuarto! Con un par de tostadas en la mano y trozos de galleta en la boca salí corriendo a reunirme con los de surf, llegaba tarde. Al final solo me retrase unos minutos, y tras las típicas bromas de Fernando y los bostezos perezosos de Antonio empezamos a cambiarnos. Mientras me cerraba la cremallera le vi caminando a paso decidido hacia nosotros, no supe como reaccionar, estaba con una mezcla entre nerviosismo y alegría, después de todo lo que habíamos hablado casi me sentía como si ya le conociera.

- Buenos días chicos - Dijo con una cara algo ausente, yo diría que medio dormida justo como yo.

- Buenas, ¿como es que has venido?

- Bueno, me contabas con tanto animo y entusiasmo eso del surf que decidí venir a verte, ya sabes que me pierde la idea de verte caer al agua desde la tabla.

Soltó una risita bromista con la clara intención de picarme, pero tratando de sonar lo más desinteresado posible simplemente le respondí.

- Pues probablemente te lleves una desilusión, si lo que quieres ver es a alguien patoso cayéndose al mar coge tu mismo una tabla y métete con nosotros.

Tras mi chiste condescendiente le saque la lengua de forma descarada y absurda, tanto que volvió a reírse una vez más, me encantaba cuando lo hacia. Tras los estiramientos en la playa entramos al agua, ese día estaba decidido por alguna razón desconocida a que él viera todo mi potencial con las olas. Empecé con las diagonales, recorriéndome amplios tramos del la playa de pie montado en estas olas para que tuviera una imagen clara de mi, después cogí las barras desde arriba bajando y subiendo la ola, e incluso me marque algún que otro truquillo. Él estaba impasible en la orilla, o bueno más bien no se como estaba exactamente pues a esa distancia no conseguía distinguir bien su rostro. Estaba tan ensimismado pensando en el, y tan preocupado porque me viera que no me dí cuenta del peligro hasta que fue demasiado tarde. Estaba en una diagonal de derechas cuando de repente me rompió la de izquierdas en la cara tirándome de la ola, la fuerza de esta me revolcó varios metros por el mar y me hizo chocar contra una roca cercana haciéndome daño en un brazo y una pierna. Me subí a la tabla rápidamente pero no tenía fuerzas para remar, note como un liquido caliente se deslizaba por mi piel y contrastaba con las bajas temperaturas del cantábrico. Empecé a marearme y la corriente me llevo con ella hacia las rocas del acantilado, otra ola me golpeo y una vez mas choque de refilón con otra roca. Fue un momento extraño, empecé a darme por vencido y a cerrar los ojos, a relajarme y tragar agua ya sin importar nada, solo quería descansar, estaba tan cansado.

Antes de poder darme cuenta un brazo tiraba de mi con muchísima fuerza, de pronto volvía a estar montado en mi tabla, tosiendo mucho y con dificultad para respirar, hasta que ya cerré los ojos por completo. Todo era muy extraño, me sentía mojado y seco a la vez, ni triste ni contento, prácticamente cono privado de sentidos y de mis sensaciones y emociones. De pronto volví a sentir, mi garganta quemaba y escupía agua a todas las direcciones, pero aun con el agua fuera no me quedaban fuerzas para respirar. Entonces note como algunas gotas caían sobre mi rostro, ¿estaba lloviendo? eso importaba bien poco pues me sentía de nuevo cada vez más alejado de aquella escena. No fue hasta que note algo cálido sobre mis labios que de pronto como quien no quiere la cosa el aire volvió a mis pulmones, el proceso se repitió varias veces hasta que al final note algo más, pude sentir no solo la sensación cálida y el aire sino un beso. Un beso tan dulce y tierno, tan agradable y sensible, tan desgarrador y desesperado que me insuflo vida una vez más. Empecé a toser como no lo había echo en mi vida, y cuando por fin termine abrí lentamente los ojos, vi un rostro familiar, entristecido por las lágrimas y a la vez alegrado por la sonrisa. Los ojos verde esmeralda me atravesaron sin temor y antes de articular palabra alguna se acerco con delicadeza y me beso una vez más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entradas populares