miércoles, 21 de marzo de 2012

Calor en el norte... parte 1

Hace tiempo que no escribo historias como tal, así que le voy a dedicar unas cuantas entradas a este relato, espero que os guste.

Llevaba sentado en la tabla veinte minutos por lo menos, desesperándome a cada segundo que pasaba, buscando en el horizonte esa ola que no llegaba. La mar estaba completamente plana desde hacia un rato, algo poco habitual para lo agresivo y movido que suele ser el cantábrico, aunque supongo que era algo de esperar en un día soleado, sobre todo cuando aquí incluso en agosto solíamos ver más un paisaje de nubes cargadas en lugar del típico sol veraniego que lucia esa mañana. Mientras contemplaba fijamente las bandas rojas carmesí y negras que bañaban mi tabla comencé a tener recuerdos de ese último curso, no tenía muy claro si decir que estaba siendo un buen o un mal año, ya que parecía que por cada cosa buena que me pasaba una mala aparecía para continuar con el frágil equilibrio que tenía en mi vida desde hacia unos meses. Desde luego no podía negar que había vivido mucho, iniciado y roto una relación, hecho nuevos y perdido antiguos amigos, estudiado como un cabrón para intentar sacar la carrera de mis sueños, un poco de todo digamos.

Saboreé el agua salada aunque sin llegar a tragarla por suerte, había estado tan ensimismado en mis cosas que no me había fijado en como la primera ola de la serie rompía en mis narices y me tiraba al agua, buena lección pensé para mis adentros. Con la cabeza mas despejada me volví a subir y comencé a remar con energía, haciendo patos para sortear las espumas y así colocarme en el pico de la serie, una vez allí todo consiste en esperar a la ola adecuada y esperar que no haya ninguna corriente cerca que te pueda tocar las narices. Vislumbré mi objetivo a apenas unos metros antes de que llegara, una bonita diagonal de derechas que me venia perfecta para hacerme un recorrido de la playa curioso, reme a toda prisa, me coloque en dirección a la orilla, y una vez note como la fuerza de la ola me arrastraba todo es cuestión de ponerse de pie, mantener el equilibrio, y nunca, nunca, nunca mirar hacia abajo.



Tras regresar a la orilla mi estomago empezó a quejarse, lo que me recordaba que tenia que ir a casa a comer, así que me baje el traje de neopreno hasta la cintura, desate y enrolle el invento, cogí la tabla bajo el brazo y me fui a por una ducha desalinizadora. Es una sensación alucinante, notar como las gotas de agua caen suavemente bajo tu piel llena de sal, arena, y en mi caso multitud de arañazos provocados por las amables rocas abundantes en las playas del norte. Mientras disfrutaba de la ducha en mitad de la playa me fije en lo bronceada que tenia ya la piel, no muy de extrañar teniendo en cuenta que me pasaba el día en la playa, pero entonces me vino el recuerdo de una piel exactamente igual de bronceada pero distinta a la mía, más suave, sin tantos arañazos y decorada por unos cabellos pelirrojos que llegaban hasta la cintura. Ahora mismo esa piel probablemente estaría durmiendo plácidamente al otro lado del atlántico, descansando sobre los sueños que nunca llegamos a cumplir juntos. Ya lo había superado pero aun así tenía momentos en los que la recordaba, ya no la añoraba, pero si recordaba.

El sonido de mi móvil me volvió a sacar de mis sueños, cogí la mochila apoyada en las escaleras de acceso a la playa y lo saque, tenía un móvil de Fernando, o el rubio como a mi me gustaba llamarle, era un buen amigo y siempre conseguía sacarme una sonrisa. Tenía un mensaje suyo diciéndome que iban a comer todos en el parque y que me apuntara, el invitaba. No podía decirle que no a una quedada con ellos, y menos aun si invitaban, así que le envié un mensaje a mis padres para avisarlos, cogí mis cosas y me fui directo al parque.

No tarde más de cinco minutos, después de todo para recorrer el pequeño pueblo costero de salinas a pie no necesitabas más de veinte minutos escasos, al llegar estaban todos esperandome. Fer estaba junto a Laura, una chica alta de buen porte, cabellos largos y castaños y una sonrisa de lo más agradable, también estaba Antonio, siempre con esa expresión entre de cansancio y ganas de fiesta en la cara con su camiseta del e-wan, victor un chico timidillo de estatura normal, pelo rubio y carácter ausente, willy el hermano de fernando y nuestro drogadicto particular, bastante alto por cierto. Y por último un chico que no había visto nunca antes, cosa curiosa dado que en el pueblo vivía tan poca gente que los conocía a casi todos.

- Hola javi porfin has llegado! - exaltaron Fernando y Laura practicamente al unisomo cuando me vieron

- Hola chicos - Respondí mientras dejaba la tabla en el suelo y cogía el bocadillo que me tendía Antonio

-¿No te daba tiempo a cambiarte? - Preguntaba con tono de chiste antonio

-Sabes que si lo hubiera hecho luego te habrias quejado por llegar tarde, te tengo calado.

Nos reímos durante un rato y luego Fernando se puso ligeramente más formal. Le hizo una seña al chico para que se levantara e hizo un amago de saludo.

-Javi este es Fran, Fran este es Javi

Era un chico alto, me sacaba por lo menos una cabeza, ojos verdes y ligeramente rasgados, pelos negros como la noche y labios carnosos y seductores. Sumándole a una cara con rasgos perfectamente proporcionados y una mandíbula férrea, tenía un cuerpo bastante bonito también, aunque eso solo se presuponía por la forma que la ropa le hacía. El apretón de manos fue a la vez seco y cariñoso, cercano y distante, frío pero cálido, dulce y aun así amargo, como si ya nos conociéramos de antes, como si ya supiéramos lo que iba a suceder en el futuro. Por un momento nuestros ojos se encontraron y pude leer demasiadas cosas en poco tiempo, los escandalosos rugidos de mi estomago rompieron la peculiar escena, y todo lo que se le ocurrió fue empezar a reírse sin pararse a pensarlo, practicamente parecía que se lo iba a hacer encima.

-Pues si tengo hambre, llevo dos horas y pico remando en el agua ¿pasa algo?

Pudo sonar algo borde pero lo cierto es que estaba rojo y me moría de la vergüenza, en una situación normal no me habría importado pero por algún motivo en ese momento me sentía especialmente incomodo.

- No es nada - Dijo mientras terminaba de reírse - es solo que me ha parecido inesperado, y adorable.

Me puse incluso más rojo y celia empezó a reírse por lo bajini, pero por supuesto Fer salió al rescate y comenzó con su ristra de chistes habituales para calmar una situación tensa, yo me centre en comerme el bocadillo y así evitar nuevas sorpresas de mi estomago. ¿Quien era ese chico? ¿Porque me había sentido tan avergonzado con lo espontaneo y desde luego poco vergonzoso que era? Decidí no darle más vueltas al asunto y tratar de averiguar algo más de aquel misterioso chico.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entradas populares