domingo, 1 de septiembre de 2013

Ahora y para siempre

Una casita al pie de la playa en algún lugar perdido de la costa, el ronroneo de las olas y la calidez del sol menguada por una agradable brisa marina que acaricia la piel sin maltratarla.

Tocaba la madera de aquella casa impregnada de recuerdos mientras sonreía en su interior, había pasado demasiado como para acordarse con nitidez, pero si sabía que la primera vez que vio esa pequeña parcela se imagino la imagen completa, y no se equivocaba.

En el espejo del baño veía reflejado un rostro distinto al de las fotos de su habitación, pelo blanco como la nieve, arrugas por toda la piel, un brillo peculiar en los ojos de la experiencia de todos aquellos buenos y malos años, el cuerpo apoyado sin la fuerza de la juventud recorriendo sus venas. Una figura anciana observaba desde el otro lado y tenía una cara aparentemente inexpresiva, pensando, debatiendose a si mismo sobre demasiadas cosas.

Unos brazos le sacaron de su ensimismamiento, aquellos mismos brazos que lo habían abrazado tantas veces como aquella aparecieron por su espalda y lo apretaron ligeramente contra su cuerpo. Ahora había dos figuras arrugadas abrazadas como tantas otras miles de veces frente a aquel espejo, aquel abrazo protector que siempre lo había hecho sentir único y deseado, seguro y cómodo, confiado y amado...

Se dio la vuelta mientras se agarraban de esas manos arrugadas en las que no había ningún anillo, pero al mirarse a los ojos seguían viendo aquella promesa de amor eterno que se habían echo desde aquella primera vez hace tanto tiempo. Como muchas otras veces también, se acerco a su oído y le susurro:

-No te preocupes amor mio, ni si quiera la muerte tiene la fuerza suficiente para separarnos, te ame ayer, te amo hoy, te amare mañana, y te amare cuando no quede nada de nosotros que conservar en este mundo, porque el amor que siento por ti es mucho más fuerte que cualquier cosa que el universo o el destino pueda poner en nuestra contra.

Y mientras su cara se empapaba con lagrimas un beso desgarrador consiguió devolverle la sonrisa, todo lo que siempre había querido era agarrar su mano arrugada, mirar atrás, y ver que había vivido su vida junto a su gran amor, y así había sido.

1 comentario:

  1. Vaya, hacía tiempo que no me pasaba por aquí. Hermoso relato, se nota que se acerca el otoño, eh?

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