Pasan dos semanas desde que entraste a mi vida, y mañana hará una semana en la que aquella preciosa tarde de viernes comenzamos a salir. Es algo peligrosa la forma en la que consigues que el mundo desaparezca a nuestro alrededor, conviertes un simple parque en el jardín del edén, donde el fruto prohibido es tan apetitoso y delicioso que es imposible resistirse a él. Puedes hacer que tu cuarto me parezca el lugar más romántico del mundo, incluso con todos sus pequeños problemillas.
Pero lo más importante de todo es que me haces sentir bien, haces que piense que soy importante, que tengo un objetivo, que todo tiene sentido. Por eso me duele cuando te oigo decir esas crueldades sobre ti, eres lo más crítico del mundo cuando te encabezonas, por eso me encantaría regalarte mis ojos, para que vieras como es todo para mi. Y es que cada momento que pasas a mi lado es jodidamente perfecto, como dice la canción de P!nk, todo se vuelve mucho más fácil contigo.
Siempre me he jactado de tener fuerza de voluntad ante una persona, pero como me puedo resistir a esos labios tan deseosos de un beso, o a esos cabellos que me gritan "agarrame". Estoy cómodo contigo, y no podría haberme imaginado un mejor halloween este año, altibajos incluidos. Pero me voy por las ramas y no llego a lo que quiero decir.
Esta entrada no la escribo principalmente para mi, se la dirijo a todos los que están atrapados en un mundo que los oprime, con personas que no los entienden, con una sociedad que nos hace sentir feos, vulnerables, inútiles y muchas otras cosas. Porque recordad "it gets better" ¿te suena verdad? Cuando una persona te hace daño, por mucho que la hayas querido, por mucho que hayáis compartido juntos, si no te merece, estar con ella es un error. No podemos dejar que todo a nuestro alrededor nos hunda, tenemos que luchar por nuestro momento perfecto.
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