miércoles, 15 de diciembre de 2010

Tu, yo y el infinito para saciarnos....

Tenia entendido que excavar en el pasado nunca trae nada bueno, pero cuando te paras por un momento a contemplar tu vida con perspectiva, puedes llegar a darte cuenta de muchas cosas.

Aun pienso constantemente en ese pasado tan cercano en el que mi mente no era más que un amasijo de dudas e inseguridades, puede que esas mismas vengan de una total carencia de ese sentimiento que escasea tanto cuando más hace falta, el amor. No solo amor hacia los demás, sino fundamentalmente amor hacia uno mismo, porque verdaderamente quien no se aprecia a si mismo nunca consigue apreciar nada.

Aun tengo borrosas imágenes de un pasado incluso más cercano en el que me convertí en un soñador, una pura recreación de soñar la vida para dejársela a los demás. Creo que podría comparar un sueño a un buen helado, cuando se introduce en tu boca lo saboreas y su dulzor te deja atónito y extasiado, pero cuando se ha terminado más que saciarte lo único que ha hecho es abrirte más el apetito.

Puede que esta ansia por tener siempre más sea lo que nos caracteriza después de todo. Y puedo con esta simple idea revelar todo lo que mi corazón esconde por ti en su interior. Primero quise conocerte, luego quise ser tu amigo, y ahora simplemente necesito poseerte. Es como una ruleta que a cada giro añade un deseo más a la lista interminable de expectativas que nos creamos en la vida, y lo peor de todo es que esto nos aisla del mundo y nos lleva a pensar que nuestros son los sentimientos son los únicos que cuentan, olvidándonos de que en el amor juegan dos partes.

Este invierno ha traído mal tiempo, no solo en el clima se hace notar, tambien puede palparse en la vorágine de sentimientos contrariados que se revuelcan a nuestro alrededor. Cuanto más oscura se hace la noche más deseo tenerte entre mis brazos, cuanto más sediento me encuentro más necesito probar tus labios, todo el tiempo que paso sin ti hace que mi mente se dedique a hacer peripecias al borde de la locura.

Hace demasiado frío para estar solo, y aunque el reconfortante fuego de una chimenea puede aliviar mi calor externo, solo el ardiente amor que recelosamente guardas en tu interior puede encender la chispa que lleva tanto tiempo apagada en mi marchito corazón.

Aun sigues en mi mente, mirándome con esos dulces ojos que me arrancan un suspiro cada vez que me sumerjo en ellos. Ahora si pudiera pedir un deseo para estas navidades sería sencillo, simplemente tu, yo y el infinito para saciarnos....

2 comentarios:

  1. Qué bonito sería cumplir ese deseo... que matemáticamente sólo exista algo como el infinito para saciar a alguien que es insaciable por el hecho de ser humano, o al revés.
    Será el invierno.
    Preciosa entrada, has vuelto a conseguir que me sienta, no identificado, sino implicado.

    ResponderEliminar
  2. A veces esas ansias de querer más hace que salgamos adelante y nos empuja a seguir luchando, pera atrás está siempre el pasado...

    Y la navidad siempre invita a desear y a creer que hasta lo imposible puede ser real...

    ResponderEliminar

Entradas populares