sábado, 25 de enero de 2014

Atardeceres futuros

Una tarde atareada, muchas cosas que pensar y que hacer, la carrera, las obligaciones. En realidad ya llevaba un tiempo en esa dinámica, incluso se podría decir que se había acostumbrado al hecho de tener la mente constantemente ocupada, de todas formas pensar demasiado nunca solía traer nada bueno.

Pero entonces, por un segundo, elevo la mirada y se dio cuenta que estaba anocheciendo, había perdido la noción de lo que estaba haciendo y decidió dar una vuelta para descansar brevemente.

Aunque estaba a finales de enero, la temperatura de ese día era curiosamente agradable para lo que se consideraría un típico día de invierno, así que se dio el lujo de abrir la ventana y observar tranquilamente el paisaje que tenía siempre tan cerca pero al que tan pocas veces prestaba atención.

Siempre había tenido debilidad por los atardeceres, por eso no es de extrañar que se quedara embobado ante los rayos del efímero sol de la tarde tiñendo las nubes de un naranja algo rojizo que era simplemente cautivador a la vista. Y por un momento dejo la mente en blanco, cerro los ojos y se tomo un respiro.

Entre cada bocanada lenta de aire, fue consciente de su propia respiración, y en ese momento noto como un par de brazos rodeaban su cintura y lo abrazaban, un mentón apoyándose en su hombro y un aroma familiar que lo embriagaba por completo.

No dijeron ninguna palabra, no hacía falta, entre ellos hacia tiempo que las palabras sobraban, un gesto era más que suficiente para transmitir todo lo que querían decirse. Juntos mirando aquel atardecer en silencio, tanto que hasta notaba el latido del corazón pegado a su espalda.

Cuando abrió los ojos el atardecer aun estaba ahí, la agradable brisa aun acariciaba su piel, pero dio un largo suspiro pues lo más importante de todo ni estaba ni había estado allí.

Sonrió tontamente para si dándose cuenta de sus propios sentimientos, de como puedes y hasta que punto puedes echar de menos a una persona, de lo que deseaba estrecharla entre sus brazos y mirarse durante horas sin articular palabra, de besarla, de dormir con ella.

Era un sentimiento agridulce, pues a pesar de todo sabía que el futuro le deparaba lo que el tanto anhelaba, simplemente se le hacía duro esperar frente a un hermoso atardecer, esas promesas hechas, esos besos aun por dar, y ese amor creciendo poco a poco como si de una rosa se tratase.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entradas populares